sábado, 19 de mayo de 2012

Carta 23


Me dije una vez que no podía estar triste, no llorar más. Era agobiante tener el nudo en la garganta tan seguido, quizás alguna palabra de alguien pudiera ayudar a olvidar los momentos tristes que invadían mi mente. Una de las muchas cosas era que el nudo se me había quedado instalado en el corazón, no me dejaba respirar, ni por las noches ni por los días. Toda enfermedad tiene cura o alivio, eso me decía una y otra vez. Podía existir alguna medicina que me pudiera llegar a sanar.  Pero la felicidad a mi vida, no resulto llegar. Su recuerdo permanece en mi memoria. Cada día aumentaba, se extendía y me quitaba todos y cada uno de los atisbos de felicidad que pudiera llegar a tener. Su indiferencia era un cuchillazo en el corazón, cada vez que besaba a esa chica con la que quizás siga, pensaba que nunca más podría recuperarle. Lo único que podía hacer era lamentarme por los malos momentos que había vivido y tratar de tomar un rumbo nuevo. Y aún le sigo queriendo, probablemente nunca deje de hacerlo. Esta herida me esta costando mucho de sanar, para convertirla en cicatriz y que quede en el olvido. jamás volveré a caer en ese pozo oscuro del que creí que no podría salir. Pero aún sigo aquí y soy culpable por los errores que he cometido, por el tiempo malgastado… Las palabras no dichas, los consejos que no acepté. Pero, sobre todo, me declaro culpable por las reglas incumplidas. Mis ganas de vivir se habían consumido, quiero reponer nuevas oportunidades, empezar desde cero, un nuevo comienzo. Enterrar los recuerdos. Seguir el camino correcto, no callarme ante lo injusto y ser una luchadora más. 


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