sábado, 19 de mayo de 2012

Carta 16- Obsesionada


Para comenzar no soy Julieta, pero solo espero que me des pocos minutos para terminar con todo esto.
Hoy hay mucha lluvia. Veo las gotas caer desde mi ventana, me da la sensación que en cualquier momento se va a inundar todo y que me ahogaré mis llantos pasados que me atormentaban día y noche.

Mis constantes llamadas no despertaban tu interés. Mis mensajes de voz te tenían cansado y aburrido. Más de una vez me dijiste que te dejará en paz. Más de una vez me regalaste una orden de alejamiento. A mis cartas las dejas que se vayan acumulando en el buzón y cuando lo ves repleto las tiras a la basura. Nunca las lees. Más de una vez te cambiaste de apartamento. Nunca contestas mis mails. Todavía me pregunto por qué.
Llevó años insistiendo… pero tú ni caso.  Ya me cansé. Está es la última carta que te escribiré. Ya tengo asumido que no quieres nada conmigo, que no te importo, que no me quieres. Tampoco me diste explicaciones, ni el motivo de tu abandono.
Me dejaste y me olvidaste. Trate de rehacer todo lo que se perdió y di ese paso y me quede esperando a que lo dieras tu también. No lo hiciste… me diste la espalda más de una vez.
Más de una vez te seguí y te estuve espiando a escondidas…
La noche que te vi con ella se me rompió el corazón en más de un millón de pedazos. Comencé a comprender todo lo que había sucedido, el motivo de tu ausencia, ser invisible para ti… Te estabas enamorando de ella y no tenias las agallas de decírmelo en la cara.
A pesar de todo lo que te dije carta tras carta, me arrepiento de haber dicho millones de cosas, que solo me dejaron en ridículo. Todo por una obsesión o simplemente porqué mi consciencia insistía en que quería respuestas, que no comprendía nada de lo que sucedía.
Nunca tuviste el valor de decirme las cosas en la cara. ¡Y si! Eres un cobarde.
Fuiste el mejor hombre de vida, antes de dormir me pasaba horas mirando tu foto y la besaba en silencio, mientras se desprendía millones de lagrimas esperando a que se me calmara mi sed de ti. Utilizaba tu perfume para recordar e imaginarme que estabas aquí, de vuelta a casa. Incluso me ponía una camisa azul que te dejaste en el closet, el día que te fuiste.  Luego me dormía… Y solo en los sueños podía verte, tenerte cerca…
Solo quiero que me perdones por mis errores y que no me odies.
Y cómo sabia que no ibas a leerlo te lo envíe en un CD, con el nombre de Julieta, que esa es la única manera en que puedas escucharme.
Yo en unos minutos habré liberado todo mi dolor y tú por primera vez sentirás lo que sentí. Espero que su ausencia no te cause angustia…

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