sábado, 19 de mayo de 2012

Carta 22


Amor, sueños cumplidos, momentos de felicidad…
El corazón me nublo la vista, se niega a oír, a escuchar… Solo siente. Siente y padece. Ya perdí el número de veces que sentí que el corazón se estremecía hasta sentirlo rehuidamente pequeño que llegaba a doler de una manera impresionante, que no podía explicar con palabras porqué no tengo las justas ni las precisas. El sentido común tiende la mano al corazón para que no caiga en el abismo, pero el corazón es como un niño… Escuchará y escuchará pero casi nunca te hará caso. Pues cree no equivocarse. Le gusta jugar con fuego, amar, echarle agua para que la llama vaya apagando, tratar de mantener la llama, esperar a que queden cenizas… Le gusta errar, le gusta las nuevas experiencias, esas que quedan grabadas en tu memoria toda la vida, buenas o malas. Eso no importa.
Le gusta sentirse vivo. Pero cuando llora, se siente un gran vacío por dentro y otras veces un exceso de una sensación extraña que de ningún modo puedes expulsar afuera, tiene que mantenerse dentro. Hay penas que son tan grandes, que a pesar del tiempo no nublan el recuerdo, para dejarlo en el olvido. He llegado a llorar tanto que en algún momento me he preguntado si todavía me sobran lágrimas para derramar. Más le duele al corazón cuando deseas llorar y te aguantas por algún motivo. El nudo en la garganta apreta mucho y los pasos se convierten en lentos o rápidos, dependiendo del dolor y de la humillación que no quieres sufrir o si ya no te importa sentir humillación. Las lágrimas en los ojos están ansiosas por salir y sabes que con un simple parpadeo las lágrimas caerán. Pretendes que nadie se de cuenta y que en otro momento en el logres sentirte más fuerte, puedas arreglar el destrozo. Un corazón roto no puede arreglarse solo.

Pero también están esos momentos en que el corazón llora de alegría, son muy pocos pero vale la pena vivirlos, te hacen sentirte completo. Porqué las circunstancias han llenado el vacío. Las situaciones que vives felizmente pueden o no ser perfectas, depende de ti y de los demás. Si mutuamente se lo proponen no hay temor para sufrir. Si la ecuación es tan sencilla, por qué no sabemos aplicarla día a día en nuestras vidas.

Todo es cuestión de uno mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario