sábado, 19 de mayo de 2012

Carta 11

Querida,
Aquí me tienes otra vez escribiéndote, como todas las noches. Me temo que está sea la última carta que pueda escribirte. Toda mi vida te he estado contemplando. Día a día me has acompañado desde la distancia. Me has ofrecido tu luz todas las noches y has arropado mis temores de niño. Sé que lo sabes todo, porqué por los días aun que no te vea, sé qué sigues estando ahí. Contemplándome a mi y a muchos más desde la distancia. Sé que puedes ver las miserias que pasan en este mundo, la gente llorar desconsoladamente, las sonrisas que pueden llegar a durar una fracción de segundo… Sé que por el momento y que desde siempre te has encontrado acompañando al hombre temeroso de la oscuridad y gracias a tu luz, nosotros podemos tener mayor seguridad.
Sé que eres incondicional porqué todas las noches, horas antes u horas después te encontrarás en el cielo otra vez. Incluso puedo contemplarte reflejada en mi vaso, en el mar dónde siempre solía escribir su nombre, en las ventanas, en los espejos...
Todas las noches me asomaba por las ventanas de mi casa para verte ensombrecida por un velo de lluvia y para darte las gracias.





Carta 25


Querida madre:
Quisiera explicarte con sinceras palabras, todo lo que me ha pasado y que me ha hecho pensar en ti. Durante este tiempo, la distancia ha sido un reto duro e insoportable. Pero mis palabras no son para llenarte de pena, sino para explicarte mi largo viaje, mis sentimientos y mis miedos.
Con los ojos bien abiertos, vi cómo volaban los vencejos, arriba, en el cielo. No es que entendiera demasiado sobre este tema, pero pensé que quizá eso sería una señal de que faltaba poco para llega a tierra firme. De repente, estábamos tan cerca de tierra firme, que vi bajar el capitán. Más tarde, cuando todo el mundo lo estaba escuchando, yo intentaba esconder los nervios, mientras él terminaba el discurso. En aquel momento no sabía que pensar, ni que tendría que hacer. Pero en ningún momento olvidé que tenía que ser valiente, que la suerte de la gente del mundo dependía de mí y de mis compañeros. Ya en la cubierta, todo el mundo, creyente o no, intentaba aferrarse a cualquier religión. Pidiendo a Dios, una y otra vez, salir de esta sano y salvo. No puedo contradecir que yo también le rogaba a dios una y otra vez. En determinados momentos pensaba qué pasaría si todo saliera mal. ¿Qué pasaría si una bala enemiga cruzara el viento y me atraviesas el cerebro? Aquí sería el final de mis pensamientos y de mis palabras? Sin embargo, las olas me arrastraría al fondo, con miles de soldados que me acompañaban en mi muerte, con miles de peces luchando para poder devorarse la carne de mis compañeros e incluso la mía. Pensé tantas cosas... Más tarde, pensé desesperadamente que cuando nadie me viera, me esconderia.

 De todos modos, la gente siempre miraba. Hasta que el barco se detuvo y es cuando sentí un nudo en la garganta. Ya era el momento. Las compuertas se abrieron, y en un segundo miles de soldaditos fueron hundidos en el mar, dejando el rastro de la sangre. Algunos continuaban disparando al infinito y otros cargaban sus armas mientras insultaban al enemigo. Yo era uno de esos algunos que disparaban hasta que llegara al enemigo. Entre bomba y bomba todo iba bastante bien, pero de repente cayó una bomba a mi lado. Primero piensas "qué suerte que he tenido" pero después sientes un dolor extraño en la espalda, un dolor jamás experimentado. Y en tocarme la espalda con todo el brazo y las manos, lo vi manchado de sangre. Vigilando mucho, girando la cabeza a ambos lados, me senté en la arena, detrás de una roca y descansé, esperando a que llegará algún médico. Y tranquilizándome pensando en las cosas que haría si saliera de esto. Para empezar iría bien vestido donde estás tú, y te pediría perdón por haberte tratado siempre así. Y para terminar tendría un hijo con Margarita, que la amo más de lo que me quiero a mí. Pero mis palabras se acaban aquí. Por ello con simples letras te pido perdón. Y me quedo con la duda si algún día nos volveremos a ver en otra vida.


Carta 24


La amistad es uno de los mejores tesoros que debemos conservar. Y tu amistad fue lo mejor que me pudo pasar en la vida. Me regalabas sonrisas cuando me sentía desdichada, sentía que me aumentabas mi autoestima y me ponía de muy buen humor. Amistad la tuve con todos pero solo algunos son verdaderos. Dicen que los amigos verdaderos se cuentan con los dedos y tú eres uno de ellos. Porqué tu siempre estabas ahí cuando más te necesitaba, con tus palabras de ánimo. Aquellos que comparten momentos felices de la vida y tristes, pero siempre están ahí. Todos necesitamos un hombro sobre el que llorar, expresar nuestros sentimientos y sentirnos importantes, alguien que nos aprecie verdaderamente. Se que la vida no es fácil pero los verdaderos amigos la pintan de colores para que lo parezca. Porque cuando nuestro mundo se rompe en mil pedazos ellos siempre recogen uno y cada uno de esos pedacitos y lo construyen de nuevo. Porque solo los amigos pueden ayudarte a recobrar confianza cuando te invade la tristeza o la nostalgia.


Carta 23


Me dije una vez que no podía estar triste, no llorar más. Era agobiante tener el nudo en la garganta tan seguido, quizás alguna palabra de alguien pudiera ayudar a olvidar los momentos tristes que invadían mi mente. Una de las muchas cosas era que el nudo se me había quedado instalado en el corazón, no me dejaba respirar, ni por las noches ni por los días. Toda enfermedad tiene cura o alivio, eso me decía una y otra vez. Podía existir alguna medicina que me pudiera llegar a sanar.  Pero la felicidad a mi vida, no resulto llegar. Su recuerdo permanece en mi memoria. Cada día aumentaba, se extendía y me quitaba todos y cada uno de los atisbos de felicidad que pudiera llegar a tener. Su indiferencia era un cuchillazo en el corazón, cada vez que besaba a esa chica con la que quizás siga, pensaba que nunca más podría recuperarle. Lo único que podía hacer era lamentarme por los malos momentos que había vivido y tratar de tomar un rumbo nuevo. Y aún le sigo queriendo, probablemente nunca deje de hacerlo. Esta herida me esta costando mucho de sanar, para convertirla en cicatriz y que quede en el olvido. jamás volveré a caer en ese pozo oscuro del que creí que no podría salir. Pero aún sigo aquí y soy culpable por los errores que he cometido, por el tiempo malgastado… Las palabras no dichas, los consejos que no acepté. Pero, sobre todo, me declaro culpable por las reglas incumplidas. Mis ganas de vivir se habían consumido, quiero reponer nuevas oportunidades, empezar desde cero, un nuevo comienzo. Enterrar los recuerdos. Seguir el camino correcto, no callarme ante lo injusto y ser una luchadora más. 


Carta 22


Amor, sueños cumplidos, momentos de felicidad…
El corazón me nublo la vista, se niega a oír, a escuchar… Solo siente. Siente y padece. Ya perdí el número de veces que sentí que el corazón se estremecía hasta sentirlo rehuidamente pequeño que llegaba a doler de una manera impresionante, que no podía explicar con palabras porqué no tengo las justas ni las precisas. El sentido común tiende la mano al corazón para que no caiga en el abismo, pero el corazón es como un niño… Escuchará y escuchará pero casi nunca te hará caso. Pues cree no equivocarse. Le gusta jugar con fuego, amar, echarle agua para que la llama vaya apagando, tratar de mantener la llama, esperar a que queden cenizas… Le gusta errar, le gusta las nuevas experiencias, esas que quedan grabadas en tu memoria toda la vida, buenas o malas. Eso no importa.
Le gusta sentirse vivo. Pero cuando llora, se siente un gran vacío por dentro y otras veces un exceso de una sensación extraña que de ningún modo puedes expulsar afuera, tiene que mantenerse dentro. Hay penas que son tan grandes, que a pesar del tiempo no nublan el recuerdo, para dejarlo en el olvido. He llegado a llorar tanto que en algún momento me he preguntado si todavía me sobran lágrimas para derramar. Más le duele al corazón cuando deseas llorar y te aguantas por algún motivo. El nudo en la garganta apreta mucho y los pasos se convierten en lentos o rápidos, dependiendo del dolor y de la humillación que no quieres sufrir o si ya no te importa sentir humillación. Las lágrimas en los ojos están ansiosas por salir y sabes que con un simple parpadeo las lágrimas caerán. Pretendes que nadie se de cuenta y que en otro momento en el logres sentirte más fuerte, puedas arreglar el destrozo. Un corazón roto no puede arreglarse solo.

Pero también están esos momentos en que el corazón llora de alegría, son muy pocos pero vale la pena vivirlos, te hacen sentirte completo. Porqué las circunstancias han llenado el vacío. Las situaciones que vives felizmente pueden o no ser perfectas, depende de ti y de los demás. Si mutuamente se lo proponen no hay temor para sufrir. Si la ecuación es tan sencilla, por qué no sabemos aplicarla día a día en nuestras vidas.

Todo es cuestión de uno mismo.

Carta 21- MOMENTOS


Todas las mañanas me despierto y contemplo el océano desde mi venta. Me paso horas contemplando las olas chocar contra el arena. Me recuerdan a ti.
Recuerdo que te encantaba la lluvia y yo la odiaba, pero poco a poco me fue agradando, hasta prácticamente acabe conquistada. Recuerdo que te gustaba el ruido de la lluvia contra el cristal, el olor de las plantas mojadas y de la tierra humedecida. Los caracoles dejando su rastro de baba por el suelo madera del jardín… Me gustaba verte llorar emocionado y lleno de alegría cada vez que me veías. Tu entusiasmo hacia que olvidará mis malhumores de niña y mis peleas con mi madre. Cuándo solía haber viento me arropabas con tu mantita marrón, aun la conservo y sigue igual de suave. Pero añoro tus abrazos que me hacían sentirme segura a la hora de actuar. Tus consejos antiguos y sabios, con una gran historia por detrás. Esa mirada picara y tus ojos marrón café. Ver una buena película, de las antiguas, la que recordaban tu pasado. Comer palomitas, esperar a que te despistaras para también acabarme las tuyas. Recuerdo el picor del sol sobre la piel en un día de verano. Estar allí arriba, en la montaña, eran terribles los días de verano. El sol era bien arrasador. Extraño tus maneras de actuar y tu forma de ver la vida. Extraño aprender de la natura que me rodea… Recuerdo las mañanas en que me que los rayos de sol entraban por mi ventana y acariciaban mi rostro, hasta lograr despertarme. Me dejabas el desayuno siempre en la mesa, ahora tengo que hacérmelo sola.  Extraño cuando me ofrecías tu bufanda en las noches de frío. Los helados sabían mejor cuando compartíamos las tardes, como abuelo y nieta.

Me encantaba caminar a tu lado con Niebla, ella siempre se adelantaba y nos ganaba, llegaba siempre primero. Yo en aquellos años, no era tan rápida corriendo. Tal vez porqué aún era muy niña y Niebla estaba en plena juventud. Han ido pasando los años y sigo caminando por los bosques con Niebla, ahora soy más rápida y puedo ganarle. Pero ya se la ve muy vieja, temo que ella también me abandone. Quiero volver a caminar por los bosques y sentirme segura, aun que tenga que hacerlo sola.

Una vida contigo, repleta de sueños, ilusiones… estos pequeños detalles, son los que guardaré siempre y nunca olvidaré, los que hacen que la vida sea mucho mejor y los que me mantienen viva. Solo espero aprender a vivir en solitaria.

Carta 20- Carta a mi memoria.


Debido a que a partir de la gran impresión que nos causan algunas circunstancias de la vida, quedan marcadas porque constituyen los acontecimientos más trascendentales, además les damos la mayor importancia a estos hechos vividos, lo que nos provoca recordarlos. Pero no me parece suficiente respuesta… ¿Puedes respondérmelo tú?
Tengo muchas dudas y dudo que puedas resolvérmelas algún día…

Cuántas veces has sentido que tienes millones de cicatrices, de todas clases en sitios recónditos. Todos ellos son como mapas secretos que se mantienen en nuestra piel marcados. Marcando vida de una historia pasada, con personajes que tal con el paso del tiempo se ha ido olvidando el tener que recordarle tan constantemente. Son como diagramas de todas tus antiguas heridas. Y la gran mayoría de estas, con el tiempo se curan, pero siguen manteniéndose marcadas. Estas heridas van con nosotros a todas partes, porqué el dolor aún perdura. Tal vez estas heridas siguen ahí, porqué pretenden enseñar algo, para que en el momento que te vuelve a suceder, evitarlo.

Me pregunto y te pregunto por qué no me recuerdas las lecciones enseñadas del futuro, por qué me las recuerdas cuando se ha llevado a la practica. No se por qué tengo que dejar las cosas para después, tal ves sea por el miedo, el miedo al fracaso, el miedo al dolor, el miedo al rechazo. A veces tenemos miedo a tomar una decisión, porqué tenemos equivocarnos. Cada vez que mi dolor es más poderoso que mi miedo, es como si cargara con un tumor gigante. Y no podemos fingirlo, sabemos que en algún momento nos lo dijeron. Todos alguna vez en la vida hemos oído los proverbios, a los filósofos, a nuestros abuelos y padre advirtiéndonos sobre el tiempo perdido, sobre los errores. Cuántas veces nos hemos dejado llevar por los poemas, las películas… Imaginando que la vida podría convertirse en un poema o una película más. Es mejor saber que preguntarse, que despertar es mejor que dormir y que fracasar o cometer un error enorme es mucho mejor que no haberlo intentado.


Carta 19- Amistad incondicional


Me he tomado la molestia de escribirte, pues los domingos son para reflexionar.
¿Lo recuerdas? Para escuchar la canción que más te gustaba, una y otra vez. He llegado a escucharla más de mil veces y aún no me he cansado de ella. Será porqué me recuerda mucho a ti. Me prometí que a partir de ese día, todo seria mucho más diferente. Las cosas debían cambiar. Pero siempre que me propongo esto, acaba la semana y empieza otra y me vuelvo a plantear lo mismo. Ha comenzado a convertirse en rutina. Todo el mundo cae alguna vez, algunos se levantan y otros se quedan allí a esperar ayuda, mientras que hay otros que nunca intentan levantarse de la caída. Debes pensar qué aun que él ya no siga contigo, el amor siempre estará presente en tu vida. En cada esquina hay miles de razones y motivos para que sigas creyendo. Ten presente que eres una chica muy joven y muy guapa. Mira en el fondo de tus ojos, siguen brillando. Tomate tu tiempo, no te apresures. Cierra los ojos e imagina… vuela hacia lugares desconocidos y cuando llegues, toma la situación, guíate tú misma, no trates que los demás dirijan tu vida. Trata de iluminar tu vida, dedícate tiempo para ti misma, cuéntame qué piensas, que haces, que ronda por tu cabeza. Cuéntamelo todo. Si quieres miénteme y hazme creer que estas bien, pero piensa de qué te serviría. Cada día es una buena excusa para empezar de cero, para hacer todo lo que debías haber hecho desde hace tanto tiempo...un buen día para quererte un poco más. Seguramente has de saber que si te vas rompiendo poco a poco tu misma, iras perdiendo fuerzas. No te sientas nunca pequeña e indefensa, tienes mi ayuda siempre que la necesites, tratare de solucionar todas tus dudas. Quiero que siempre tengas nuevas ideas, ilusiones, sueños, planes, como solías tener siempre. Espero que tus tiempos dorados no los dejes pasar. Espero que tengas respuesta para todo, que todo cambie, que nada resulte lo que parecía ser, que te descubras a ti misma, que el mundo de ahora te resulte muy lejano, que arregles tus sentimientos… Que vivas más cerca del suelo que del cielo. Trata de que todo cambie, que las mentiras se desvanezcan algún día y que las personas que te rodeen nunca te fallen. Que todo cambie a tu favor y que sigas aquí. Espero que todos tus sueños algún día se cumplan. De alguna manera, sabré donde estás; de algún modo, estarás aquí, aunque te hayas ido. Tu recuerdo permanece intacto como lo dejaste. A veces te echare de menos, la soledad será mi única compañía, pero mi única esperanza es que puedas salir adelante. Si tú estás bien, yo también lo estaré. Te prometo, que los años taparan heridas.
No te derrumbes nunca, tu madre desde la distancia.




Carta 18- Sueños de mujer


Desde la última vez que escribí sobre estas páginas, mi vida ha cambiado muchísimo…
Aún no has notado mi presencia. ¡Existo!
No recuerdo con exactitud el día que deje de hacerlo, pero hoy por la mañana me desperté con la necesidad de volver a recuperar y reprender los buenos momentos y disfrutar de la escritura, así como lo solía hacer siempre. Desahogar mis deseos en una hoja de papel.

Ahora mismo me encantaría poder estar en la cima de una montaña de prados verdes…
Gritar tu nombre a los cuatro vientos, y el mío también. Que el eco de las montañas los repitan una y otra vez, para sentir como si lo nuestro que puede durar un instante, parezca ser eterno. Oler el aroma de las flores de primavera y el de la hierba. Ver la luz del sol reflejada en tus ojos.
Ver la luna en tus ojos, que pasemos dulcemente pisando y dejando huella en la arena. Que el mar nos salpique con sus olas, que haya suficientes estrellas para contarlas una a una, juntos. Que el cielo comience a llorar y que me invites a bailar un vals, mientras las pequeñas gotas de la lluvia rozan tu rostro. Bailar juntamente, hasta sentir que los pies nos vuelan y nos vamos elevando hasta llegar al amanecer. Despertarme todas las mañanas mirando tu sonrisa, darnos un tiempo para un beso y una sonrisa, lo que me permita imaginar que lo nuestro es para toda la vida. Olvidarme que el resto del mundo existe…
Pasar toda una tarde juntos en un jardín, tumbados en el césped compartiendo palabras cálidas. Sentir tu dedo recorriendo mi espalda lentamente. Sentir como el tiempo se ha detenido y sentir que tus índices van a estallar cuando los recorres rozando mis labios con dulzura. Lanzar carcajadas al aire, pensar que estar contigo es lo único que merece la pena.
Quiero llenar millones de álbumes con recuerdos que solo nosotros podamos entender y reírnos, llorar, querernos aún más cada vez que lo miramos y nos miremos con una mirada soñadora e inocente.

Sólo son sueños que nunca ocurrirán. De momento, me  conformo contemplándote, manteniendo la esperanza de tener un motivo para hablar contigo y esperar…
Todo es cuestión de tiempo.


Carta 17- Soberbia


¿Otra vez tú…?
Marta, me tienes cansando con tus acosos. Por qué no buscas la manera de ser feliz con otro hombre, por qué no me olvidas de una vez. Las cosas te las explique y quedaron muy claras, me prometiste que reharías tu vida y que no me perseguirías más. No me permites rehacer mi vida y olvidar mi pasado, porqué constantemente estas acosándome. ¡Déjame en paz!

Tus llamadas nunca despertaron mi interés porqué estaba ocupado, tenía muchísimas cosas que hacer y solo eres una roca más en mi camino que me impide caminar ligeramente. Tú voz me tiene aburrido y cansando porqué constantemente siempre dices lo mismo. Más de una vez te dije que me dejarás en paz porqué estoy cansado, Marta. Entiéndelo de una vez. Respecto a las cartas, dejaba que se acumularan en el buzón porqué sabia que no tenias nada importante que decirme, que lo que decías era siempre lo mismo. Además tengo un trabajo que ocupa gran parte de mi tiempo. Si cambie de apartamento es porqué los vecinos también estaban hartos de tus acosos constantes. Por qué no te planteas la vida de otra manera. Tú vida no se acaba por el hecho de que nosotros hayamos terminado una relación. Si yo no soy para ti, otro lo será. Date tiempo.

Marta, entiende que cuando en el amor no hay confianza el amor se va desgastando, hasta que no queda nada. Vivías persiguiéndome y lo peor, es que lo sé. Yo nunca mantuve una relación con Julieta. Eso fue mucho más… Después de ti.
Tratabas de rehacer algo que nunca hubo y nunca me tuviste la confianza suficiente por eso fue mejor tomar rumbo, probar otros sabores y tomar otros aires.
Sabes perfectamente que siempre te lo dije todo, pero nunca quisiste entenderlo y aceptarlo. Eso es muy diferente.
En respuesta todo lo que dijiste, me alegra que por fin  rehagas tu vida, que me dejes tranquilo y que dejes de acosarme.

Carta 16- Obsesionada


Para comenzar no soy Julieta, pero solo espero que me des pocos minutos para terminar con todo esto.
Hoy hay mucha lluvia. Veo las gotas caer desde mi ventana, me da la sensación que en cualquier momento se va a inundar todo y que me ahogaré mis llantos pasados que me atormentaban día y noche.

Mis constantes llamadas no despertaban tu interés. Mis mensajes de voz te tenían cansado y aburrido. Más de una vez me dijiste que te dejará en paz. Más de una vez me regalaste una orden de alejamiento. A mis cartas las dejas que se vayan acumulando en el buzón y cuando lo ves repleto las tiras a la basura. Nunca las lees. Más de una vez te cambiaste de apartamento. Nunca contestas mis mails. Todavía me pregunto por qué.
Llevó años insistiendo… pero tú ni caso.  Ya me cansé. Está es la última carta que te escribiré. Ya tengo asumido que no quieres nada conmigo, que no te importo, que no me quieres. Tampoco me diste explicaciones, ni el motivo de tu abandono.
Me dejaste y me olvidaste. Trate de rehacer todo lo que se perdió y di ese paso y me quede esperando a que lo dieras tu también. No lo hiciste… me diste la espalda más de una vez.
Más de una vez te seguí y te estuve espiando a escondidas…
La noche que te vi con ella se me rompió el corazón en más de un millón de pedazos. Comencé a comprender todo lo que había sucedido, el motivo de tu ausencia, ser invisible para ti… Te estabas enamorando de ella y no tenias las agallas de decírmelo en la cara.
A pesar de todo lo que te dije carta tras carta, me arrepiento de haber dicho millones de cosas, que solo me dejaron en ridículo. Todo por una obsesión o simplemente porqué mi consciencia insistía en que quería respuestas, que no comprendía nada de lo que sucedía.
Nunca tuviste el valor de decirme las cosas en la cara. ¡Y si! Eres un cobarde.
Fuiste el mejor hombre de vida, antes de dormir me pasaba horas mirando tu foto y la besaba en silencio, mientras se desprendía millones de lagrimas esperando a que se me calmara mi sed de ti. Utilizaba tu perfume para recordar e imaginarme que estabas aquí, de vuelta a casa. Incluso me ponía una camisa azul que te dejaste en el closet, el día que te fuiste.  Luego me dormía… Y solo en los sueños podía verte, tenerte cerca…
Solo quiero que me perdones por mis errores y que no me odies.
Y cómo sabia que no ibas a leerlo te lo envíe en un CD, con el nombre de Julieta, que esa es la única manera en que puedas escucharme.
Yo en unos minutos habré liberado todo mi dolor y tú por primera vez sentirás lo que sentí. Espero que su ausencia no te cause angustia…

Carta 15


Te escribo esto porqué estoy exhausto.
Posiblemente no comprenderás porqué te lo estoy diciendo o tal vez lo hayas percibido al recibir mi carta. Pero hay bastantes desentendimientos que me gustaría aclarar. Entre nosotros hay una cierta lejanía, porqué para ti mis decisiones son realmente garrafales. Lo que para mí son bastante desgastantes, dolorosas y humillantes. No puedo expresarte lo que siento sin que te alteres cuantiosamente. Pero la verdad es que me cuesta mucho tener que hablarte de ello, siendo yo mismo, hablándolo de la manera más sensata y tranquila. Solo deseo que entre nosotros no se creen tensiones, desacuerdos u odios.

 Ya no puedo permitirte más que me sigas comparando con los demás. Por tacharme por amar libremente, por considerarlo pecado. No puedo obligarte ni pedirte que hagas las cosas como yo las desearía. Debe ser por voluntad propia. Si alguna vez me quisiste… ¿Por qué no ahora? No me duele que los demás me consideren sinvergüenza, pues más me duele tu ausencia y que tú lo consideres también como un delito sin absolución. No me compares con los demás delante de la gente, para demostrar que estas indignado por mi decisión, que no la aceptas y que compartes las mismas ideas que los mismos que me llevan a la esclavitud como castigo y penitencia. Ante la sociedad soy un sinvergüenza.

El desprecio de la sociedad no me importa, sino la distancia que estas engendrando entre los dos. No me compares con mis hermanos, cuando les haces lucir me haces sufrir. Cuando te cuento mis problemas, no los invadas. No hagas cómo que no existen, trata de comprenderme y ayudarme. Déjame valerme por mi mismo, por mi persona, mí carácter y mis ideas, no por mi manera de querer a  los demás y a quien yo deba amar. No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti, para aparentar algo que no soy. Pues te importa mucho más el que dirán que el amor que me puedes dar.

Déjame enseñarte que yo también puedo y sé amar sin causar daño. Déjame decirte que te quiero, porqué eres mi padre. Sólo te pido que me aceptes como soy y que me liberes de estas cadenas que arrastro desde la adolescencia.


Carta 14


Me llamo Teresa, mi vida siempre fue muy intensa, siempre estuve llena de vida.
Sabía que iba pasando el tiempo, nunca pensé que todo llegaría tan pronto. Cuando lo veía reflejado en mi abuela me parecía muy lejano e incluso llegue a pensar que a mí nunca me ocurriría lo mismo. Mi familia no era así, ellos me querían. Una mañana me mire al espejo y mire mi reflejo, estaba tan envejecida, el pelo sin color, pero los ojos llenos de vida y mi mirada picara continuaba inquieta como mi primer día de vida.
Mi hija tuvo hijos, también  formo una familia. En el algún momento mis nietos empezaron a crecer y fue la mayor alegría de mi vida, saber que mis seres queridos estaban sanos y bien.

El 24 de julio me cambiaron de habitación, pues mi familia creyó que allí estaría mejor. No se estaba tan mal, había espacio suficiente. Había algunas cosas en la decoración que no me gustaban, fue entonces cuando decidí hacer unos cambios, después de todo, era mi habitación. El único lugar dónde podía disponer e imponer mis ideas. Pero extrañamente a ninguno le gustó y Sonia, mi hija, desasió todo. Ella pensaba que desentonaba con la casa. Sonia, siempre había sido muy presumida y adoraba aparentar lo que no era. Pero era mi hija y la quería. Con el tiempo mi conciencia me ha estado abandonado y ha habido momentos en los que he olvidado quien era y en dónde estaba. Comienzo a olvidar muchas cosas, eso les molesta mucho, a veces les enfurece. Hay veces en que trato de intervenir y exponer todos mis consejos, pues yo se más de la vida que mis jóvenes. Hasta he pensado que con ellos se podrían haber evitado muchos dolores de cabeza, pero no me oyen, no me miran, no me hablan…

Una noche hubo una gran discusión, mis nietos querían más espacio, mi hija y su marido estaban cansados de tener que mantenerme. Aportaba muchos gastos en medicamentos, fue entonces cuando decidieron dejarme en una residencia, con la intención de que allí yo estaría mejor y de esa manera ellos también lo estarían.

Hace horas que estoy sentada contemplando el té, está frío. Mi corazón se va enfriando poco a poco, mi barbilla comienza a temblar, los ojos se me llenan de lágrimas y siento un gran nudo en la garganta que es el que me impide respirar. Los años van pasando y ya no recuerdo cuando fue la última vez que cumplí años, me cansé de esperar a que fueran celebrados o por lo menos felicitarme. Cómo mi abuela, solo trate de llamar la atención y dar señal de que aún estoy viva. Siento que he contactado con la muerte de la manera menos dulce, pues la muerte me duele más en vida, tenerla que vivir cada día.
Nunca pensé que este día llegaría tan pronto…
Pero hoy me miro en el espejo y lo único que me quedaba, ha desaparecido. El brillo de mi mirada se había apagado. Ella también me había abandonado.




Carta 13


Tal vez creáis que soy un poco viejo para estas cosas y que sea tarde para hacerlo. Pero todo sucedió en menos que canta un gallo y la flecha del amor invadió todo mi ser en una fracción de segundo. Pero lastimosamente me di cuenta demasiado tarde. Mi yo joven, nunca me lo habría perdonado. Actualmente soy un honrado señor que desahoga sus miserias en un trozo de papel.
Siempre fui un doncel, que se aventuraba y no le tenía miedo a nada. Siempre tuve mi gran acompañante Miriam, ella siempre estaba conmigo y para lo que fuera. Era realmente admirable, siempre que necesitaba algo, lo dejaba todo. Nada era más importante para ella que recurrirme con su ayuda y su compañía. Recuerdo que siempre supe que Miriam estaba enamorada de mí. Pero yo siempre la vi como una simple amiga. Me encantaba experimentar y conocer cosas nuevas.

Un amanecer estábamos en el camino “The Lost Space”, estaba repleto de hojas caídas, secas, de colores y tonos muy llamativos. Rojos, amarillos, naranjas… Fue entonces cuando acabamos la aventura y el trayecto. La vi por primera vez. Ella era Gloria, una chica con unos ojos claros y una larga cabella castaña clara, con una mirada lasciva. Le dije inmediatamente a Miriam que se quedará allí un momento que me acercaría a conocer a esa desconocida chica, inmediatamente le di mi mochila y me dirigí a Gloria, estuvimos hablando hasta hacernos amigos. Un día, no recuerdo cual fue deje de hablarme con Miriam, ya que todo mi tiempo fue desperdiciado con  Gloria. Eran increíbles los días y las noches cuando pensaba en ella. Sentía que tenía fuerzas para todo. Pero Gloria no era una persona estable, le gustaba otro tipo de aventura. Recuerdo que un 27 de abril Miriam me dijo que a Gloria le gustaba jugar con los hombres como si fueran títeres. Me enfadé muchísimo con Miriam y dejé de hablarle, hasta que un día se fue de la ciudad. No volví a saber nada de Miriam.
Mi amor por Gloria quedo en cenizas y esas cenizas se perdieron con una ráfaga de viento. Hasta hoy no he podido olvidarla, se que los suspiros se van con el viento y las lágrimas se secan con el aire, pero realmente no se a dónde van los recuerdos. La encontré con su mejor amigo, besándose enternecedoramente en la calle “Thousand Tears” y me derrumbe. No era un mal chico, así que los dejé y luego lo hable con ella. La madurez había llegado a mi vida. De la mujer que me enamore era realmente hermosa, parecía un retrato. Pero lo único que estaba retratado en mi mente, era su interior. Lo nuestro nunca resultó. Todo fue en vano. En ese momento decidí comenzar a sentar cabeza y me dedique a la literatura. Soy escritor.

Llegado un 27 de abril, estaba escribiendo en mi escritorio como de costumbre, fue en ese momento en que la vi, era Miriam. Seguía siendo la misma mujer de pelo negro carbón, los ojos negros como dos escarabajos y una mirada desafiante.  Inmediatamente lo guardé todo en el cajón y se me cayeron algunas cosas al suelo, tuve que levantarlas y ponerlas encima del escritorio. No tenía mucho tiempo, me puse mi abrigo negro e inmediatamente cogí las llaves. Con las prisas me dejé mi reloj. En la corrida me di cuenta que ella habría sido la mujer de mi vida, no podía perderla otra vez.
Cuándo llegue a la estación… Ya estaba felizmente con otro hombre.


Carta 12- El niño sin compasión


No puedo más… Sigo sonriendo y disfrutando día a día de lo poco que tengo. Tu vida se resume aproximadamente en noventa años, mientras la mía, con suerte podría haber llegado a los treinta. Tienes millones de motivos para sonreír, sin embargo vives deprimido y repleto de melancolía por la sociedad que te envuelve. A veces te molestan muchas cosas, pero te callas y aguantas. No os quejáis nunca y aguantáis, pero os da mucha rabia. Tal vez si alguno tuviera el valor suficiente como para empezar a decir lo que le molesta, os libraríais de muchos tormentos. Sinceramente, no te entiendo… Millones de las personas que me rodean desearían estar en tu lugar. Mientras tus problemas se resumen en vivir acomplejado o preguntándote y lastimándote una y otra vez por saber que es lo que piensan de ti, aquí no ocurre nada de eso. O por lo menos a mí. Mis problemas recopilados en uno, es que daría lo que fuera por estar en tu lugar.  Tienes lo que quieres y cuando lo quieres e incluso puedes dejarlo pasar si quieres. En los tiempos de ahora puedes alimentar tu ego y considerarte mejor persona por lo que tienes y no por lo que careces. Podría y debería decirte las cosas como lo hacen todos, insinuando con fotos y con palabras buenas y sutiles de que estamos flacos y que algunos incluso no tienen zapatos. Pero llegando a este punto, ahora quiero ser yo el que tome el rumbo y decida que es lo que quiero decir y no sentirme menos por el color de piel o porqué en el territorio en el que nací, las cosas no funcionan muy bien y el tiempo a veces no acompaña. Se crean guerras entre territorios y pasamos hambre. A veces hay malas cosechas debido al tiempo, hay veces que las sequías pueden durar años. No tenemos los mismos recursos o la misma tecnología y tenemos que trabajar inhumanamente.  Mientras en Japón reclaman algo, producen mucha más materia y muchísimos alimentos, que al acabar esta huelga, son todos tirados a la basura. Mientras nosotros no tenemos nada que tirar a la basura, ya que lo poco que tenemos en algún momento nos puede ser útil. El hambre, la guerra, no tener derecho a la educación… son problemas presentes en nuestros países. Mientras soldados que son admirados y premiados por haber matado millones de niños asustados, hasta dejar a ancianas llorando, ellos por dentro tienen el alma destrozada y sin ganas de nada. Ponte una mano en el corazón y pregúntale a tu interior ¿Te sentirías correspondido y digno de ser premiado después de haber causado tanto dolor? Millones de niños como yo, tienen una mirada triste, arrastran una larga vida de mucho dolor en tan solo siete años de vida. Todo esto día a día se convierte en una tortura insoportable, que nosotros los niños seguimos luchando por tratar de ser felices. ¿Y tú sigues luchando por no preocuparte por lo qué los demás piensan mal de ti, sin conocerte?
Puedes tomar rumbo para intentar detener todo esto que crees que no te afecta en nada o continuar tu vida egoísta y creer pensar en ti… Y seguramente no vas a compadecerte con mi carta… Porque sería una queja más en tu vida. E incluso creería y estoy seguro de ello que estas letras son inútiles, que nunca llegarán a tu vida, porqué de hecho nunca fui a la escuela y no sé escribir.




No se como comenzar… No se como explicarlo… Solo se que estoy cansado. Estoy harto de todo esto que me rodea. Estoy cansado de está sociedad que te arrastra y te atrapa con sus enormes garras, hasta hacerte caer en el juego del comercio. Recuerdo que cuando era niño estás cosas no sucedían o por lo menos no eran tan destacables. Ni eran el centro en el pensamiento de los individuos que conviven contigo. Yo era un hombre legal. Vivía para mi trabajo y para mi familia, pero un día sin casi darme cuenta comencé a consumir, hasta convertirse prácticamente en un vicio. Ya no podía dejarlo, ese es el momento en que me sentí acorralado y ahora me siento descontroladamente incapaz de dejarlo. Incluso me siento ridículo, se que las cosas no están bien y que no estoy logrando nada con ello. Sé que yo ya lo he perdido todo.
Mi familia y yo nos trasladamos de Washington a Beverley Hills y todo parecía ir sobre ruedas. Yo encontré un trabajo muy bueno y mi familia sin dudarlo una y otra vez, se vinieron a vivir conmigo. Eso produjo en mí una gran motivación para realizar todo mi trabajo, día a día. Tenía un motivo y una causa para estar encerrado en ese edificio, trabajando con gente desconocida y bastante superficial. Me sentía un poco incomodo los primeros días, pero luego me fui adaptando y mi representación mental fue cambiando contundentemente. No sé si fue porqué poco a poco yo me fui adaptando a ellos y me deje llevar sus costumbres hasta convertirme en uno más o si mi representación mental sobre ellos era incorrecta. Poco a poco me fui haciendo amigos de ellos y me resultaron muy interesantes e incluso agradables. Siempre tenían la costumbre de irse en grupo a un bar a tomarse unas copas después del trabajo. Un día me invitaron para marcharme con ellos y les dije que no, que me quedaría trabajando. Pero en ese momento me arrepentí. ¿Qué pasaría si esa fuera la mejor oportunidad para integrarme con mis compañeros del trabajo? E inmediatamente lo guarde todo y baje corriendo las escaleras y les dije que me iba con  ellos. Así fue como comenzó todo. Entre ellos había los que querían olvidar su pasado, los que querían mantener su imagen, los que les gustaba irse para encontrar alguien con quien realizar carantoñas y los que iban para divertirse unas horas. Al principio pensé que yo no tenía ningún motivo para estar allí o que simplemente pertenecía también al grupo de los que querían divertirse unas horas para despejar de lo agobiante que es estar en la oficina, repleto de papeles…
Después comencé a caer, incluso a creer que tenia muchos motivos para estar deprimido, beber tanto… hasta perder la consciencia. Así comencé a hacerlo, sucesivamente. Llegaba a casa ebrio, pero de lo que sucedía en esos momentos o de lo que hacia, no lo recuerdo. Al día siguiente mi mujer siempre estaba enfadada y no me dirigía la palabra por días. Pero nunca le tuve compasión, nunca le hice caso… Un día amanecí en el calabozo y eso fue lo que colmo el vaso. Mi mujer y mi hijo se fueron a vivir con mi suegra los primeros meses, hasta que mi mujer se estabilizo. Al principio me importo muy poco, con el paso del tiempo empecé a preguntarme por qué motivo se comenzó a pudrir todo hasta llegar a acabar en la calle, sin familia, sin trabajo y sin nada.
Esa es mi historia. Puede ser similar a la de otros muchos más, puede ser diferente, puede haber de peores o de mejores. Pero juntos deberíamos de acabar con esto. Ustedes los empresarios, vendedores, operarios…
¡Mentes! ¡Actívense! Nada de esto es bueno…
Terminemos con lo que comenzamos una vez, no tratéis de olvidar las cosas con una bebida. Empezad a ser individualistas, libres, a pensar en vosotros y en lo que tenéis. Al principio notarás que con la bebida puedes olvidar las cosas malas que te han sucedido… Pero después de caer tan bajo como lo hice yo, sentirás que esos momentos de tratar de olvidar con el alcohol, fue tiempo perdido e incluso te pesará más en los años cuando un día despiertes y te des cuenta que cometiste errores muchos más grandes y que tu mismo fuiste la causa de que tu vida fuera consumida más rápido que un simple sahumerio.


viernes, 11 de mayo de 2012

ENCUBRIMIENTO

Mi nombre es Apollyon. Decidí confesarme porqué la justicia debe ser perseguida. Yo como buen ciudadano solo espero que la humanidad pueda procrear buenos actos y llevarlos a cabo. Además debo decir a mi favor, que debo defender mis derechos, porque Horus ha puesto en duda la verdad.
Os contaré todo lo que ocurrió aquella tarde...

Realmente no soy yo el culpable. Toda la culpa no debe de recaer en mi, porque no lo merezco, soy una buena persona. Sino que fue suya. Fue todo obra de Horus. Él muy bien lo sabe. Como todo culpable desea librarse de su castigo o por lo menos tener otra partida ganada y jugar con las cosas que vosotros desconocéis y lo único que quiere es liberarse desmesuradamente de su culpa o por lo menos mantenerla compartida, pero eso si, sobretodo una partida más ganada, abriendo puertas para que otro pueda ser castigado y al mismo tiempo compartir y cumpliendo su condena. El solo intenta engañaros a todos y que creáis ciegamente en su verosimilitud. Respecto a mi, Horus, siempre me ha tenido envidia.
Yo, prometo decir toda la verdad y solo la verdad.
La señora María siempre ha sido una mujer muy agraciada y aceptable a la vez, a pesar de acarrear varios años acumulados de un exceso de despecho en su rostro. Sus labios se mantenían intactos, aún no habían perdido su color crema cuando la encontré, aún parecían más desgastados por el paso de los años y de haber sido tan besados. Su cabello había cambiado, parecía dar la sensación de que habían sido fragmentados por las manos de un bestia. Su piel ya no era tan fresca y daba la sensación de que era un montón de hojas caducas juntas. Por un momento creí que necesitaba llevarla a la ducha, para que su piel se pusiera en contacto con el agua y se desvaneciera todo ese montón de piel engruñada y ese color tan rojizo. Su mirada me trajo un recuerdo de cuando era niño, un árbol que estaba plantado en el patio de mi casa. ¡Adoraba aquel sauce! Pero a pesar de mis recuerdos de niño, seguía teniendo la misma mirada bondadosa, digna de confianza y de fácil dominio. Solía confiarse mucho de la gente y parecía desconocer completamente el mundo que la rodeaba.

Aquella misma tarde yo estaba sentado en una silla amarilla que encontré en el desván. Estaba algo vieja, no había perdido su color pero aún era digna de ser útil y utilizarla aunque la madera pareciera estar más muerta que el año pasado. Me senté y aún encajaba en ella. Me bebí mi té tranquilamente y mi compañero el silencio se quedo un momento a hacerme compañía y me ayudo a callar los ruidos que me atormentaban. Y antes de acabarme el último trago inminentemente escuche unas gotas caer, de esas que lloran los grifos, que te llegan a irritar.
De repente me impulse para atrás con la intensión de mover mi silla amarilla y esconderla debajo del escritorio, me levante angustiado y me dirigí a la pared. Sabía que algo ocurría. De pronto oí rechinar las patas de la silla, me asuste y me aleje inmediatamente de la pared, huí de ella como si la vida me fuera en ello. Fue entonces cuando desvié mi mirada de la pared y mire hacia la silla, no había pasado nada, la silla seguía intacta y la madera estaba más muerta que nunca con su tono amarillo desgastado, como si con un cuchillo le hubiera ido quitando la pintura que le hacia bella. Horus aún no había llegado a su casa, así que no pude entregarle su regalo. Tenía el presentimiento de que algo pasaba con María. De pronto la taquicardia comenzó a disminuir. Pero la angustia y el miedo no se consumían dentro de mi, seguían allí. Por lo tanto tuve que ponerle remedio, busque la mejor manera para sentirme seguro y cerré todas las ventanas y las puertas...

Sabía perfectamente que mi silla amarilla no podía permanecer conmigo ya que podría acarrearme muchos problemas. Su madera estaba muerta. Y como obra de caridad y aprecio, por lo que Horus había hecho hace años, decidí regalársela, con una nota que decía: “Así lo quiere ella.”
Horus, siempre la quiso y siempre le gustó mucho, pero nunca me lo dijo.
Fue entonces cuando decidí pensar en lo que le diría y lo que él iba a decirme, quería que todo fuera perfecto y me saliera redondo. Pensé que iba a disfrutarla, aunque su madera estuviera muerta, como yo la disfrute con la madera viva. Sabía que él la quería y también llegue a pensar que la silla le pertenecía. Me quede esperando su respuesta para disfrutarlo, como tu también lo hubieras hecho...

Después de unos minutos vi varios coches patrullas y creí que sucedía algo, fue entonces cuando le encontré en su casa con María muerta. Inmediatamente lo pensé y era muy obvio, no había sido un accidente, había acabado con su vida.
Repito otra vez, que yo no tengo nada que ver con lo sucedido. Yo nunca hubiera hecho algo que María no quisiera. Horus solo quiere ganar una partida más.
Pero aún nadie sabe que se esconde y se deja persuadir por lo que dice Horus...
¿Y tú... aún no lo sabes?