domingo, 31 de octubre de 2010

La semilla inmortal

RELATO
Ella llegó al pequeño pueblo el que los campesinos le habían indicado. Después de haber caminado mucho, estaba agotada. Entró al primer lugar que encontró en la entrada del pueblo y se sentó en una de las mesas libres. El lugar no estaba muy lleno, solo por unas pocas personas comiendo y niños jugando.

-Buenas tardes, ¿vas a tomar algo?-le preguntó una mesera.

-Solo quiero un vaso de agua fría.

-Enseguida.-respondió.

No tardó mucho en traerle su vaso de agua, el cual se tomo muy deprisa.

-Por casualidad no habrá visto pasar por aquí a un grupo de chicos como de mi edad vestidos todos con unos abrigos largos y sombreros.-preguntó ella.

-No he visto a nadie así, pero si los veo te aviso.- respondió la señora.

-Qué extraño –pensó.
Salió del bar con la mano cerca del cinturón donde llevaba un revólver, miró hacia los dos lados pero no vio a nadie que se le hiciera familiar. Siguió caminando por todo el pueblo, un poco mas tranquila, y anduvo un buen rato paseándose por todo el mercado, donde vendían fruta, verduras…
La gente de allí parecía ser muy amable y muy trabajadora, parecía el típico pueblo tranquilo. Pero ella siguió caminando por todo el pueblo hasta llegar a la afueras del pueblo, donde solo había el pasto verde y fresco. El sol comenzó a ocultarse entre las montañas. De pronto vio una casa muy abandonada y al comprobar que no había nadie allí decidió quedarse.
Cuando entro a la casa descubrió que no estaba muy desordenada, salió al patio y comprobó que estaba mejor que adentro de la casa. Entonces decidió quedarse a dormir en el patio, bajo las estrellas que se veían muy lejanas y se sentía el ruido de los búhos cerca de donde dormía.
Al día siguiente se levantó muy temprano, todavía estaba oscuro cuando se despertó. Fue a dar un paseo antes de que saliera el Sol. El calor que hacía al mediodía en ese lugar era casi insoportable.
Un viejito montado en un burro con muchas cestas llenas de fruta y verdura, en la dirección en la que iba parecía dirigirse al pueblo.
Ella se le acercó y le pregunto:- Buen día señor. ¿No tendrá un poco de agua?

-Lo siento mucho muchacha:- dijo el hombro con una voz de lamento- hace rato me tomé hasta la última gota. Pero hay un lago muy cerca de aquí.
El hombre le indicó en donde quedaba ese lago, porque tenia prisa por vender la fruta y verdura.
El anciano continuó su camino y la muchacha se dirigió a ese lago que le había indicado aquel buen hombre.
De pronto camino y camino hasta que se encontró a una mujer en una carretilla y le pregunto si se dirigía al pueblo. Como la muchacha le dijo que sí. La mujer se ofreció a llevarla.
La mujer la dejó a la mitad del pueblo y desapareció. La muchacha muy extraña de no ver a sus compañeros por ninguna parte siguió su camino sin perder más tiempo, al fin y al cabo no la esperaron.
La muchacha muy decidida se dirigió otra vez al bar y pidió otro vaso de agua, porque tenia muchísima sed, mas aun en aquel pueblo tan caluroso. Y se entretuvo hablando con la gente del pueblo que estaba en el bar, hablaban muy amablemente y resultaban ser muy divertidos. Al caer la noche la muchacha se dirigió otra vez a la casa que se encontraba fuera del pueblo, pero esta vez había una luz en su interior y ella sin pensárselo dos veces. Fue hasta allí para comprobar porque había una luz encendida. Al parecer no estaba abandonada la ocupaba una mujer y un hombre. Parece ser que era un matrimonio. Ella se alejo un poco de la casa, porque al haber comprobado que vivía gente no tenia las agallas de presentarse allí como si esa casa fuera suya. Hasta hartarse de mirar las estrellas y oír el ruido de los animales de por allí cerca se quedo profundamente dormida. Pero de pronto se despertó muy asustada al oír un grito. Se levanto de cama con una linterna y vio que no había nadie. Pero sospechaba mucho de aquella pareja. ¿Seria que el hombre le pegaba a la mujer?
Se dio cuenta que las luces estaban apagadas y que a su alrededor no había nadie más. Tan solo ella y los ruidos de los animales. Muy descaradamente decidió meterse en aquella casa y al subir las escaleras vio como la pareja dormía tranquilamente. Al ver eso, le pareció ridículo lo que estaba haciendo y con mucho miedo se volvió a donde se encontraba antes.
Y así siguió día tras día, llego a pensar que aquel pueblo estaba encantado. Porque ella recordaba muy bien que entró al pueblo junto a sus compañeros y de pronto desaparecieron sin dejar ni rastro. También el oír gritos durante toda la noche que le impedían el sueño la puso muy mal, empezó a creer que aquel pueblo estaba loco. Si había algo que a ella no le gustara era la soledad.
A la mañana siguiente muy asustada se dirigió al bar otra vez y estuvo hablando un largo rato con la camarera del bar, le explico lo que había ocurrido la noche anterior.
La camarera se hecho a reír, y le dijo que deberían de haber sido alucinaciones suyas, porque los señores Volts eran muy buena gente, siempre ayudaban a muchos y ellos se llevaban muy bien. Jamás discutían. Y eso lo sabían todos.
La muchacha empezó a creer que aquel pueblo estaba loco y encantado. Entonces se marchó inmediatamente de aquel pueblo muy asustada y nunca más se volvió a saber de ella por allí. Se comentaba que era una lunática que hacia lo mismo en todos los pueblos que visitaba. Pero solo ellos pueden saber la verdad…


Imagenes
Una de las obras más conocidas en todo el mundo, la Gioconda de Leonardo da Vinci. Famosa por su sonrisa enigmatica. Es como si estubiera compuesta en dos partes primero una persona y luego un paisaje. La mujer esta en una postura serena.

Es una obra muy conocida, ''el grito'' de edvard munch expresa horror y la misma forma lineal y los colores de la pintura que lo envuelve hace que la obra sea mas expresiva.

Este cuadro expresa el paso del tiempo.  

Representa  bombardeo de el pueblo de Guernica. El horror de la guerra, el sufrimiento y el dolor.




POEMA 20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


                                                                     PABLO NERUDA

El autor expresa el desazón de un amor perdido, la nostalgia y el sentimiento que aún le queda por la persona amada.




Sobre la falda tenía
el libro abierto;
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros.
No veíamos las letras
ninguno creo;
mas guardábamos ambos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo.
Sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo,
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.

Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos,
yo dije trémulo:
—¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?
Y ella respondió encendida:
—¡Ya lo comprendo!


Gustavo Bécquer

Los sentimientos expresados por la persona querida.

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