martes, 3 de enero de 2012

Querida mía...

Hace días que te estuve recordando. Mi amor por ti, es inmortal y te escribo estas líneas por qué tengo la necesidad de hacerlo, te extraño demasiado. Sabes que a mí me cuesta mucho trabajo escribir lo que siento, ese don lo tenías tú, sin embargo lo intentaré por el cariño que siento.

Llegaste a mi vida en un momento difícil y siempre permaneciste a mi lado. Siempre tenías un montón de planes. Recuerdo que te enfadabas conmigo y me encantaba como fruncías el ceño, pero siempre destacamos por algo, y es que nos queríamos por encima de todo. Siempre pensé que yo no era el indicado para ti y que merecías más. Pero ahora pienso que de ti aprendí del amor y que te ame como a nunca a nadie hubiera amado.

Saboreando las mezclas de recuerdos de años anteriores y al haber pasado tantos años, querida mía, aún permaneces enternecida en el fondo de mi corazón. Cierro los ojos y pienso en ti, tu recuerdo es inolvidable en mi cerebro. Los años parecen pasar muy lentos y solo esperó que llegue el día en que pueda volver a toparme contigo.


Aún recuerdo tus ojos marrones similares a la arena, el olor de tu pelo, tus pasos hechizaban y danzaban entre palabras y sueño con tu mirada. Dios… extraño tanto oírte reír. Desde que no estas aquí, las cosas han cambiado mucho. Nuestros hijos han dejado de visitarme y su compañía ya no es la misma que la de hace años.

Debo darte las gracias, porque aprendí muchas cosas de ti, tu coraje, tu ternura y sobretodo tus ganas de vivir. Fuiste mi amiga fiel e incondicional. Siempre tuviste la fuerza para seguir adelante, ser madre y entregarte y dar cariño a los demás. A mí, que a veces no creía merecerlo.


Siempre fue maravilloso vivir a tu lado, compartir dichas y alegrías. Estar juntos todos los días y todas las horas. Siempre supe que estabas hecha de un material diferente, yo te he amado con un amor diferente, un amor madurado por los años, y siempre te he amado por como eras. Te admiro y respeto, por cada vez que estábamos separados, incluyendo este momento, ansío por volver a verte.


Recuerdo que cuando llorabas de impotencia te decía que yo estaría allí para consolarte, festejarte cuando aciertes, aconsejarte cuando lo necesites, seguir juntos como las vías del tren y amarte eternamente.  

Celos de padre

Y cómo es él

Mirándote a los ojos juraría
que tienes algo nuevo que contarme.
Empieza ya mujer no tengas miedo,
quizá para mañana sea tarde,
quizá para mañana sea tarde.
 
¿Y Cómo es él?
¿En qué lugar se enamoró de ti?
¿De dónde es?
¿A qué dedica el tiempo libre?
Pregúntale,
¿Por qué ha robado un trozo de mi vida?
Es un ladrón, que me ha robado todo.
 
¿Y cómo es él?
¿En qué lugar se enamoró de ti?
¿De dónde es?
¿A qué dedica el tiempo libre?
Pregúntale,
¿Por qué ha robado un trozo de mi vida?
Es un ladrón que me ha robado todo.
 
Arréglate mujer se te hace tarde
y llévate el paraguas por si llueve.
Él te estará esperando para amarte
y yo estaré celoso de perderte.
 
Y abrígate, te sienta bien ese vestido gris.
Sonríete, que no sospeche que has llorado.
Y déjame que vaya preparando mi equipaje.
Perdóname si te hago otra pregunta.
 
¿Y cómo es él?
¿En qué lugar se enamoró de ti?
¿De dónde es?
¿A qué dedica el tiempo libre?
Pregúntale,
¿Por qué ha robado un trozo de mi vida?
Es un ladrón que me ha robado todo.

¿Y cómo es él?
¿En qué lugar se enamoró de ti?
¿De dónde es?
¿A qué dedica el tiempo libre?
Pregúntale,
¿Por qué ha robado un trozo de mi vida?
Es un ladrón que me ha robado todo.

http://www.youtube.com/watch?v=SSVMbwbmCqU

Congoja

Tras una pesadilla, me desperté empapado, el sudor besaba mi frente y mi angustia no parecía desaparecer. Creí que al haberme despertado mi malestar y mi tristeza desaparecerían, como el agua es consumida por la tierra. Pero contemplar su fotografía con adoración y melancolía no me ayudaban a lograr olvidarla. En este momento daría lo que fuera por volver a aquel momento de desavenencia, y mi pensamiento le imploraría una y otra vez a mi mente a amarrar mis impulsos, porqué todo lo que hice, lo hice sin pensar, y a decir verdad, sé que me lo merezco. No pude contener mi rabia, estaba furioso y cada palabra que soltaba de su boca, para mí, era como saborear un limón, agrio, acerbo, desagradable, doloroso, triste y que en su momento acortó mi felicidad como quién corta con sus propias manos un pedazo de papel. Después de todo, en un momento, me aferré a mi pensamiento, para no sentir la congoja nuevamente. Pensaba que yo valía más que está historia. Más tarde me di cuenta que en está historia, que tenia tanto sentido y que valía más que yo, estabas tú. Desde hace tiempo, este sentimiento de congoja no parece marchitar. Porque en el más mínimo vacío, sabía que estarías allí. Me asomo a la ventana, el viento sopla en mi cara y contemplo el reflejo de las estrellas. Me pregunto una y otra vez si tú eras mi amor correspondido. Y me pregunto dónde te encontrarás y si sigues con él. Recordarte en silencio es como besar el vacío, porque entre tú y yo ya no queda nada. Y reflexiono… que mala es la envidia y siento celos de que ahora perteneces a otro, que te he dejado escapar de entre mis manos. Lo nuestro es tan solo un triste pasado que no queda olvidado. Tú recuerdo es como ver a un niño que desea tocar la luna, tan lejana e imposible. En este momento espero que algún sonido o ruido rompa este silencio que parece no callar. Cada día y cada noche me pregunto si alguien podrá desenterrarme, liberarme de este sentimiento, de ese niño que pide a gritos silenciosos si alguien puede desatarle. Me muero de ansias por ser tu única necesidad y poder tocarte es sinónimo de éxtasis. Rezo para poder verte sin creer en Dios. Escribo esto, porque todo se resume en un instante y la congoja se resume en años.

Y nos dieron las diez

Y nos dieron las diez


Fue en un pueblo con mar
una noche despues de un concierto;
tú reinabas detrás
de la barra del único bar que vimos abierto
-"cántame una canción
al oido y te pongo un cubata"-
-"con una condición:
que me dejes abierto el balcó de tus ojos de gata"-
loco por conocer
los secretos de su dormitorio
esa noche canté
al piano del amanecer todo mi repertorio.
los clientes del bar
uno a uno se fueron marchando,
tú saliste a cerrar,
yo me dije:
"cuidado, chaval, te estas enamorando",
luego todo pasó
de repente, su dedo en mi espalda
dibujo un corazón
y mi mano le correspondió debajo de tu falda;
caminito al hostal
nos besamos en cada farola,
era un pueblo con mar,
yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola...
y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.
nos dijimos adios,
ojalá que volvamos a vernos
el verano acabó
el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno,
y a tu pueblo el azar
otra vez el verano siguiente
me llevó, y al final
del concierto me puse a buscar tu cara entre la gente,
y no halle quien de ti
me dijera ni media palabra,
parecia como si
me quisiera gastar el destino una broma macabra.
no había nadie detrás
de la barra del otro verano.
y en lugar de tu bar
me encontré una sucursal del banco hispano americano,
tu memoria vengué
a pedradas contra los cristales,
-"se que no lo soñé"-
protestaba mientras me esposaban los municipales
en mi declaración
alegué que llevaba tres copas
y empecé esta canción
en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa
y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.

                                                           Joaquín Sabina




Humor



Mía es la venganza, yo castigaré

Esta carta no esperó que sea leída por alguien o que signifique algo o de respuesta sobre mi pasado. Tan solo es un desahogo. 
Todo sucedió muy deprisa, tanto que casi ni me di cuenta, en su momento no lo interpretaba con la misma angustia que sufría mi madre en aquel momento, pero con el paso del tiempo ha estado rondando por mi cabeza una y otra vez, sin entender por cuál motivo. Y si ciertamente era culpa mía y si tengo muy claro que se esconde en mi pasado. Al haber ido creciendo, he aprendido más del mundo que me rodea y este planteamiento ronda por mi cabeza una y otra vez, tan sucesivamente que llega a agobiarme y angustia mi pasado y mi presente. No es que fuera una irresponsable o no me importará Ángela, sencillamente no entendía el mundo que me rodeaba y no entendía muy bien que sucedía en aquel momento, no creía darle mucha importancia, porque no me daba cuenta de la gravedad del asunto, hasta hoy. Ciertamente puedo afirmar que en aquellos años, Lucero, me parecía una buena persona. Porqué, desde mi punto de vista, sus palabras parecían no estar llenas de ironía y mucho menos que las soltara con tanta mala uva, tan solo, me parecía un hombre un poco arrogante y soberbio, por su forma de contestarme y su forma de comportarse. Pero en el fondo, creía que era un hombre normal y que se comportaba así, debido a que su hijo había fallecido hace muchísimos años. Tenía la costumbre de ir a la hora de la salida de mi colegio, y a veces regalaba caramelos a las niñas.
Recuerdo que todas las tardes, tenía que esperarme sentada en el banquillo del colegio a esperar a que llegará mamá. Ángela, como era mayor que yo, siempre se iba por su cuenta y creía mandarse sola, por lo tanto, jamás esperaba a que llegará mamá. Cuando desaparecía, no solía aparecer hasta pasar varios días. Pero a decir verdad, a mamá tampoco le angustiaba mucho que Ángela rondara sola por aquellas calles tan solitarias e insípidas.  Ángela tampoco quería que me fuera con ella. Por lo tanto, al ser yo tan pequeña, era como una obligación pasar a recogerme todas las tardes de lunes a viernes. Y desde que soy conciente, nunca he visto a mi padre, ni creo recordarle, pero tampoco sé quién fue o es. No recuerdo la profesión de mamá y tampoco creo recordar si alguna vez me lo dijo, pero a veces solía llegar más tarde de lo debido. Mientras me aburría me pasaba las horas sentada en el banquillo mirando una pequeña ventana que se encontraba casi tocando el techo, imaginando que se encontraría detrás de aquella ventana. Se me hacía muy pesado tener que esperarla allí, en aquel colegio tan siniestro.
Por las tardes de invierno a la hora que tenía que esperarla, ya no había nadie, ni siquiera el conserje. Rara vez podía ver rondar por allí a Lucero y eso me incomodaba un poco, pero más el encontrarme tan sola. Todo estaba siempre muy oscuro, pero siempre podías ver la luz del alba como traspasaba aquella ventana, con un espejo bastante grueso de cristal, que podías estar seguro de gritar que nadie te oiría, salvo tu mismo.  
Una tarde me encontré con Lucero, que rondaba por allí cerca. Se acercó a las grandes puertas de cristal y con un simple toque, golpeó el vidrio y me hizo una seña, que inmediatamente la entendí y me dirigí afuera para ver que era lo que quería. No me dijo nada, porque en el momento que salí, desapareció. Me entretuve buscándole porque pensé que quería algo, pero no le encontré.
A partir de un día, no recuerdo muy bien cuál era, vi que mi madre comenzaba a angustiarse y estaba de los nervios, porque hacia días que no veía a Ángela volver a casa. Yo, como cada día, la seguía esperando en el banquillo. Hasta que un día, al acabar la clase, bajé lentamente las escaleras porque me sobraba mucho el tiempo, hasta que se hiciera la hora aproximada a la que mamá llegaría para recogerme y volver a casa. Más tarde me entretuve jugando en el patio y luego comenzó a refrescar, e inmediatamente entré al colegio por las puertas de cristal. Recuerdo que entré cantando una canción. Mantenía la mirada en el suelo, de repente se me desvió al oír la misma canción desprendida de sus labios, como quien te susurra un secreto al oído, para que nadie más le oiga, solo tú. Le vi sentado en el banquillo mirando la ventana, como solía hacer yo, fue entonces cuando me impacto verle allí y me acerque a él y él me miró con una sonrisa bastante burlona. Fue entonces cuándo me sentí como quién se enfrenta al oscuro poder y a la insolvente justicia que no se ha resuelto. Y sin pensarlo, le pregunté, sin apartar mí mirada de la suya.
- ¿A dónde escondes a Ángela?
Y el me respondió: Yo no le he hecho nada, ella no se encuentra aquí porqué no quiere estar aquí. Mía es la venganza, yo castigaré. 






Luis de Góngora (1561-1627)

LUIS DE GÓNGORA (1561-1627)

Hurtas mi vulto y cuando más le debe
a tu pincel, dos veces peregrino,
de espíritu vivaz el breve lino
en los colores que sediento bebe,

vanas cenizas temo al lino breve,
que émulo del barro le imagino,
a quien (ya etéro fuese, ya divino)
vida le fió muda esplendor leve.

Belga gentil, prosigue al hurto noble;
que a su materia perdonará el fuego,
y el tiempo ignorará su contextura.

Los siglos que en sus hojas cuenta un roble,
árbol los cuenta sordo, tronco ciego;
quien más ve, quien más oye, menos dura. 

Dos lobos

DOS LOBOS

Un viejo indio estaba hablando con su nieto y le decía:
“Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los dos es un lobo enojado, violento y vengador. El otro está lleno de amor y compasión.”
El nieto preguntó:
“Abuelo, ¿dime cuál de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón?”
Y el abuelo contestó:
“Aquel que yo alimente.”