sábado, 29 de enero de 2011

Narración basada en un hecho real.

Narración basada en un hecho real.
Todavía en el fondo de mi corazón queda su recuerdo. Como olvidar aquellas noches en que la veía sentada en un banco de la estación esperando la llegada del tren. Yo era joven y no me atrevía a decirle lo que sentía por ella. Solo me quedaba ahí, mirándola desde lejos, observando cada movimiento que hacía. Admiraba su belleza y sus delicadas manos pasar, una a una, cada página de ese libro. En esos momentos, sentía el deseo de ser ese libro, sentir como magregaba y como podría acariciar mi cara.
Aún me queda el recuerdo de aquellas primaveras, siempre con esa sonrisa irresistible que la caracteriza. Esos ojos brillantes como la luna reflejada en el agua. Y aquellos vestidos cortos con flores estampadas que solía utilizar.
Un día de verano, que iba con mis amigos a la playa, vi a lo lejos a una chica de pantalones de jean cortos y una blusa blanca. Ella estaba cerca de la orilla. Cuando me acerque un poco pude observar que sí, era ella. Era Julieta.
Sin pensármelo dos veces, decidí armarme de valor y acercarme a ella. De tal manera que con el tiempo nos hicimos amigos, ella parecía ser una chica dulce y simpática. En el fondo yo la amaba, no había ninguna duda. Con el tiempo empecé a conquistarla y a demostrarle mi amor, entregarme a ella en cuerpo y alma. Dicen que el primer amor es verdadero, creería que es cierto, porque todas las cosas que hice por ella nunca más las volvería a hacer por nadie. No sé si es por los años, por los daños, si he madurado un poco más. Cosas que para mi significan mucho y sin embargo para ella eran insignificantes. Yo creía que ella sentía de la misma manera lo que yo todavía siento por ella, porque yo no la olvido. Tras haber tenido recuerdos inolvidables, habernos casado y ser muy felices por pocos años, hace poco recibí la carta de tu abogado. En esta carta indica el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vinculo matrimonial. Y he pensado en las cosas que me puedo quedar y las que te puedes quedar tú. Una de ellas es los recuerdos en la estación del tren, siempre tan hermosa y tan callada. Parecías una bella dama buscando calor en algún corazón, ser importante para alguien, como lo eras tú para mí.  Aquellos recuerdos que hoy parecen estar patentes en mi mente, reflejada tu mirada con la mía, esos ojos brillantes y grandes como el sol de mediodía. Aquellos labios rojizos en invierno, que se tropezaban con los míos. Esa sonrisa que te caracteriza. Y las gotas de agua que se enredaban en tu pelo aquel día que estábamos juntos por primera vez. Son tantos recuerdos en mi mente, recuerdos vividos contigo. Recuerdos que me hacen feliz, que me hacen recordarte. Aún no te he olvidado. En las noches observo las estrellas a trabes de mi ventana y te recuerdo cada instante. Cada vez que suena por la radio esa melodía que era de los dos, se me llenan los ojos de lágrimas el saber que nunca más voy a poder decirte un simple te quiero. Cosas que puedes quedarte tú: Aquellos silencios, los reproches de angustia, los celos de cuando te encerrabas en el baño para hablar con alguien y decías que era una amiga. Las lágrimas que todavía me trago de darme cuenta que nunca fuiste mía. La manera en que jugaste conmigo, porque lo hiciste bien. Yo creí que me amabas. Sin embargo todavía siento un nudo en la garganta.
Y te digo todo esto, porque puedes quedarte con todo. Puedes quedarte el coche, la casa, los libros, el gato…
Espero que si esta vez, a él le amas de verdad, nunca te lastime de la misma manera en que me lo hiciste tú. Porque no puedo imaginarme la idea de que te hagan daño. Espero que nunca sufras lo que yo sufrí por ti, ni las angustias, ni un dolor en el pecho con el presentimiento de que hace tiempo que todo se acabo.

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